martes, 17 de mayo de 2011

Hace poco estaba subiendo un cerro, estaba despejado y no cansaba caminar 7 kilómetros. Estaba feliz con ellos, nos reíamos harto. A mitad de camino paramos para almorzar, yo comía arroz con hamburguesas y cuando miraba hacia un lado habían baños como los del parque botánico, todo era impotentemente feliz. Cuando nos acercábamos a la orilla se veía Santiago como se ve Springfield en el ending de los Simpsons.
Siguió el viaje, en la próxima orilla estábamos sobre las nubes yo me reía
de lo que era estar solo.
La felicidad está.