sábado, 11 de octubre de 2008

Cuando abandonaste la piel seca de los lunares
fue la noche en que me lloraba el cuerpo.

En silencio se avecinó sagaz un cuervo,
quería masticarme los ojos.

Entonces el plenilunio se transformó en carne
y la carne en volcán,
las yemas de mis dedos se fundieron
con el quejido de la aurora

Para cuando te levantaste el papel fue esperanza
y dislexia se te asomó en los labios

En una noche prostituta me volviste a ver
sentado en una banca alimentaba al cuervo,
adivinaste en las luces opacas
que se me espantó el tren
entonces descubrimos:
es mejor irnos caminando.